domingo, 10 de febrero de 2013

Escena el Diario de Noa - Dime lo que quieres y lo seré por ti

- ¿Me recuerdas?
+ ¡Sí, claro! El señor calzoncillos ¿verdad? ¿Cómo iba a olvidarlo?
- Bueno, quería aclararlo porque lo lamento mucho. Fue una verdadera estupidez trepar a la noria para hablarte, pero quería estar a tu lado. Me atraes desde que te vi.
+ Eres un cuentista. ¿Lo haces con todas las chicas?
- No.
+ Vamos, te vi el otro día con la señorita lacitos.
- ¿Qué haces esta noche?
+ ¿Qué?
- ¿O mañana o el fin de semana? Cuando quieras.

+ ¿Por qué?

- Por nuestra cita.

+ ¿Qué cita?

- La que me prometiste.

+ No.
- Claro que sí. Lo prometiste en público.

+ Bueno, pero he cambiado de opinión.

- Escucha. Lo entiendo. Un desconocido te aborda de improviso por la calle… Tú no me conoces, pero yo me conozco. Y cuando veo algo que me gusta… ¡Oh, Dios! He de tenerlo. Me vuelvo loco por tenerlo.

+ ¡Vaya! ¿Y ese algo qué es?

- Pues tú.
+ Eres bueno…
- ¿Qué?

+ Eres bueno.
- No.

+ Lo eres.

- No me has entendido.

+ Eres muy bueno. Eres fantástico
.
- Ni hablar.

+ ¡Hablo en serio! Estoy impresionada.

- Yo no suelo ser así… Lo siento.

+ Sí, lo eres.
- Puedo ser divertido, si quieres. O pensativo, listo, o supersticioso. Valiente. Incluso bailarín. Seré lo que quieras. Dime lo que quieres y lo seré por ti.

+ Eres tonto.

- Lo podría ser. […] ¡Vamos, una sola cita! ¿Qué tiene de malo?

+ Lo siento pero no.

- ¿Qué hago para que cambies de opinión?
+ Supongo que se te ocurrirá algo.




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