Esta semana he
cumplido la promesa, creo que es la primera vez, desde que empecé la carrera,
que me pillo dos películas de la mediateca y consigo vérmelas en tiempo récord.
Ayer por la noche tocaba Dead Man
Walking o Pena de muerte.
Dead Man Walking cuenta la historia del preso Matthew Poncelet
(Sean Penn) condenado a pena de muerte por violación y asesinato. Desde la prisión
se cartea con la hermana Helen Prejean (Susan Sarandon) y le pide ayuda. Helen
comienza una lucha por la absolución del preso y se topa con diferentes posturas
ante la pena de muerte: tácticas políticas, el dolor de los padres de las víctimas,
el sufrimiento de la madre del preso…
Se crea una relación
de intimidad entre los personajes que los ayuda a curarse. Helen es perseguida por
la culpa y esta es su oportunidad para redimirse. De pequeña vio cómo un
animalillo moría sin hacer nada y es lo que la impulsa a tomar la decisión de
ayudar al preso sea o no culpable. Matthew es un tipo duro con tupé y tatuajes,
que fuma constantemente agachando la cabeza. Me encanta el sentimiento protector que tiene
hacia su madre, nunca se muestra sensible hacia ella pero sin embargo no quiere
que llore. También cuando su madre impotente no puede abrazar a su hijo que está
frente a ella. A Matthew también le persigue la culpa, pero no se encara a
ella, la esquiva.
Es curioso el juego
que dan sus conversaciones en la cárcel, en la composición de la imagen. La
cara de Helen reflejada en el cristal junto a él, cuando la conversación es más
emotiva se borra la rejilla que tapa la cara de Matthew o la que a mi más me ha
gustado, cuando aparecen hablando en un vis a vis, parece que nada les separa.
El guión está basado en el libro de la hermana Helen Prejean con titulo homónimo
a la película. Robert Lee Willie, condenado a silla eléctrica, fue el preso que inspiró el personaje
de Sean Penn.
La llorona Tati Leopardis
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